Desarrollo sostenibleEnergias renovables

El 64% de las nuevas energías renovables tienen costos más bajos que el combustible fósil más barato

La cuota de energía renovable que registró unos costos más reducidos que la opción más competitiva basada en combustibles fósiles se duplicó en 2020, tal y como demuestra un nuevo informe publicado por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés). Del total de la generación de energía renovable agregada el año pasado, 162 gigavatios (GW) —el 62 por ciento— registraron costos inferiores a los de la nueva opción más barata basada en combustibles fósiles.

El informe Renewable Power Generation Costs in 2020 demuestra que los costos de las tecnologías renovables siguieron registrando una caída interanual significativa. Los costos de la energía solar de concentración (ESC) se redujeron en un 16 por ciento; los de la eólica terrestre, en un 13 por ciento, los de la eólica marina, en un 9 por ciento y los de la solar fotovoltaica (FV), en un 7 por ciento. Los costos de las renovables también son cada vez más bajos que los costos operativos actuales del carbón.

Las renovables de bajo costo proporcionan a los países desarrollados y en desarrollo una justificación económica robusta para dejar de utilizar el carbón en búsqueda de una economía con cero emisiones netas. Solo los nuevos proyectos de renovables que se adicionaron en 2020, ahorrarán hasta 156.000 millones de dólares a las economías emergentes durante su vida útil.

“Hoy en día, las renovables son la fuente energética más barata”, afirmó el director general de IRENA, Francesco La Camera. “Las renovables ofrecen a los países atados al carbón un atractivo plan para eliminarlo de manera económica que garantiza cubrir el aumento constante de la demanda energética, y, al mismo tiempo, ahorrar en costos, generar empleo, impulsar el crecimiento y cumplir su ambición climática. Me llena de optimismo que cada vez sean más los países que optan por impulsar sus economías con las renovables y seguir la ruta de IRENA para alcanzar cero emisiones netas de aquí a 2050”.

“Hemos dejado muy atrás el punto de inflexión del carbón”, prosiguió La Camera. “Siguiendo el último compromiso alcanzado por el G7 de reducir a cero las emisiones netas y poner fin a la financiación internacional del carbón a escala global ahora le corresponde al G20 y a las economías emergentes adaptarse a estas medidas. No podemos permitir una doble vía para la transición energética en la que algunos países se tornan verdes con rapidez mientras otros sigan atrapados en el sistema pasado que se basa en los combustibles fósiles. La solidaridad global va a ser decisiva, desde la divulgación tecnológica hasta las estrategias financieras y el apoyo a la inversión. Debemos asegurarnos que todos se beneficien de la transición energética”.

Los proyectos de energías renovables que se añadieron el año pasado reducirán los costos del sector eléctrico en al menos 6.000 millones de dólares al año en los países emergentes, frente a la agregación del mismo volumen de generación a partir de combustibles fósiles. Dos terceras partes de estos ahorros provendrán de la energía eólica terrestre, seguida de la hidroeléctrica y la solar FV.

Los ahorros en costos suponen un complemento a los beneficios económicos y la reducción de las emisiones de carbono. Los 534 GW de capacidad renovable agregada en los países emergentes desde el 2010, a unos costos inferiores a los de la opción basada en carbón más barata, está reduciendo los costos de la electricidad en unos 32.000 millones de dólares al año.

Durante el período de 2010 a 2020 la competitividad de las tecnologías solar y eólica mejoró drásticamente, así como la ESC, la eólica marina y la solar FV, todas uniéndose a la eólica terrestre en el rango de costos de la nueva capacidad basada en combustibles fósiles, a los que están desplazando cada vez más. En diez años, el costo de la electricidad procedente de energía solar FV a escala de servicio público cayó un 85 por ciento, el de la ESC, un 68 por ciento, el de la eólica terrestre, un 56 por ciento y el de la eólica marina, un 48 por ciento. Con los precios de subasta actuales a unos niveles mínimos históricos de 1,1 a 3 céntimos de dólar por kWh, los costos de la solar FV y la eólica terrestre son constantemente más bajos incluso que los de la nueva opción basada en carbón más barata sin ninguna ayuda financiera.