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La contaminación plástica en los océanos: ¿Cómo nos afecta?

En las últimas décadas el planeta se ha enfrentado a un creciente desafío vital: la contaminación por residuos plásticos que alteran la subsistencia de miles de especies, dañan los ecosistemas e incluso provocan importantes afectaciones a la salud humana. Uno de los casos más críticos sobre esta contaminación plástica es el de los océanos, ecosistema que, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), posee un gran valor para la humanidad y en general para la vida en la Tierra. El océano produce aproximadamente 50% del oxígeno del planeta, abarca más del 70% de la superficie de éste y alberga la mayor parte de la biodiversidad.

Distintas organizaciones internacionales han advertido de la crítica situación de la contaminación por residuos plásticos en los océanos. Un artículo publicado por la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) detalló que al menos 14 millones de toneladas de plástico terminan en el océano cada año y que el plástico constituye el 80% [2] de todos los desechos marinos, desde la superficie hasta los sedimentos del fondo).

En México, la sobreproducción de plásticos, el creciente consumo de plásticos de un solo uso como botellas de agua o refrescos, la insuficiente recolección y manejo de los residuos ineficaz, y un déficit de la voluntad política para resolver la contaminación plástica están provocando graves daños a los ecosistemas costeros y a las poblaciones aledañas.

Recientes investigaciones sugieren que las implicaciones para la salud que presentan los microplásticos se extienden tanto antes como después del nacimiento. Pruebas realizadas en humanos por la Universidad Medica de Viena (Medical University of Vienna) encontraron microplásticos en el sistema urinario, el sistema digestivo, la sangre, el corazón, los pulmones, el cerebro, otros órganos importantes y en heces. [7] Dentro del mismo reporte se afirma que los seres humanos podrían estar consumiendo entre 39.000 y 52.000 partículas microplásticas al año, las cuales se bioacumulan en diversas partes del cuerpo y contribuyen a enfermedades como cáncer, Parkinson, Alzheimer y disminución de la fertilidad masculina, afectaciones al sistema endocrino y daños al ADN.

De acuerdo con un artículo que expone el problema de la contaminación plástica en México publicado por la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ) en el 2017, México fue catalogado como el mayor consumidor de botellas de plástico, con 90 millones consumidas. Además, se estima que al año se vierten 100 mil toneladas de plástico al mar en las costas mexicanas, que representan entre el 60% y 80% de los residuos plásticos que se generan, por encima del promedio mundial de 3%.

Casos de un excesivo consumo de plásticos no son exclusivos de las grandes urbes, por ejemplo, sectores importantes para la economía mexicana como el turismo generan muchos residuos porque muchos productos plásticos se usan con frecuencia en restaurantes y servicios de alimentos, bebidas embotelladas y productos de cuidado personal. Además de la problemática de consumo, nos enfrentamos a un deficiente sistema de recolección y tratamiento de los residuos plásticos. De acuerdo con el Inventario nacional de fuentes de contaminación plástica 2023 (INFCP), publicado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en playas mexicanas los plásticos constituyen entre el 60% y 90% de los residuos presentes, siendo tapas, platos, vasos y cubiertos desechables, bolsas, botellas y colillas de cigarro los residuos con mayor presencia. El informe muestra que Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero presentan las proporciones más altas de residuos no recolectados, al igual que una gran cantidad de sitios de disposición no controlados.

Los residuos plásticos tienen efectos potenciales en la salud humana y no solo en la de los ecosistemas marinos. Por ejemplo, un estudio publicado en The Journal Science Advances (Revista de Avances Científicos) da cuenta de que la presencia creciente de micro y nano plásticos en el medio ambiente es un riesgo para la salud, ya que aumenta la progresión de enfermedades como el párkinson.

Asimismo, un informe publicado por Gwen Ranniger menciona que los micro plásticos están en los alimentos que consumimos, en el agua que bebemos e incluso en el aire que respiramos, con repercusiones en la salud. Además, un artículo publicado en Environmental Health News estima que, mundialmente, los microplásticos están presentes en el 90% del agua embotellada y el 83% del agua del grifo.