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Dicen que la IA es un canal para el alivio del cambio climático

Temida por muchos, la inteligencia artificial permite a sistemas y máquinas realizar tareas que tradicionalmente requieren inteligencia humana, como aprender de datos, resolver problemas, comprender el lenguaje y tomar decisiones basadas en patrones y percepciones.

Existen dos tipos primordiales de IA: la IA estrecha (o débil), diseñada para tareas específicas como el reconocimiento facial y los asistentes virtuales; y la IA general, que busca replicar la inteligencia humana en su totalidad, permitiendo a las máquinas aprender y aplicar conocimientos en diversos contextos.

Las técnicas más usadas incluyen el aprendizaje automático, donde los sistemas mejoran su rendimiento a partir del análisis de datos; el aprendizaje profundo, que emplea redes neuronales inspiradas en el cerebro humano; el procesamiento de lenguaje natural (NLP), que facilita el entendimiento y generación del lenguaje humano; y la visión artificial, que posibilita analizar datos visuales con alta precisión.

Las inversiones en IA, en particular en tecnologías generativas, aumentaron a 25.200 millones de dólares. Según un estudio de McKinsey de 2023, The State of AI in 2023: Generative AI’s breakout year, más de la mitad de las organizaciones (55%) están utilizando IA actualmente, un aumento relevante respecto al 20% registrado en 2017.

La IA se aplica en sectores tan heterogéneos como la salud, donde automatiza diagnósticos médicos, indica opciones de tratamiento y realiza intervenciones quirúrgicas detalladas; y las finanzas, donde predice tendencias de mercado.

Sin embargo, su mayor potencial reside en la lucha contra el cambio climático. Al optimizar procesos, reducir el uso de recursos y habilitar análisis predictivos evolucionados, la IA se presenta como una herramienta crucial para la mitigación en sectores estratégicos como la energía, el transporte, la agricultura, la industria y la gestión de residuos.

El sector energético es uno de los principales causantes de las emisiones globales de GEI, por lo que la transformación hacia operaciones más sostenibles es urgente. La IA juega un rol clave en la optimización de redes eléctricas, la integración de energías renovables, el almacenamiento eficiente de energía y la detección de emisiones fugitivas.

Las redes eléctricas inteligentes son uno de los avances más relevantes. Estas redes utilizan algoritmos de IA para analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, equilibrando la oferta y demanda energética.

Conclusiones

La IA se presenta como un canal clave en la mitigación al cambio climático. Sus aplicaciones abarcan sectores críticos como la energía, el transporte, la agricultura, la industria y la gestión de residuos, donde optimiza procesos, reduce el consumo de recursos y genera soluciones innovadoras para abordajes complejos.