Proponen duplicar la producción de biocombustibles sin tocar un metro más de campo cultivable
En el marco de la COP30, celebrada en Belém do Pará, Brasil, del 10 al 21 de noviembre de 2025, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Coalición Panamericana de Biocombustibles (CPBIO) lanzaron el Marco de Acción Belém 4x, una iniciativa ambiciosa para cuadruplicar la producción y el uso de combustibles sostenibles hacia 2035. Este documento, elaborado por el IICA y al que tuvo acceso Tendencia de Noticias, propone duplicar la oferta de biocombustibles líquidos sin requerir más tierras cultivables, enfatizando el cierre de brechas productivas en la agricultura para alinearse con los objetivos climáticos globales. La propuesta surge en un contexto de revisión del Acuerdo de París, donde 198 países y organizaciones internacionales se reunieron para avanzar en acciones contra el cambio climático, destacando el rol de los combustibles sostenibles en la descarbonización del transporte.
El documento, titulado «Marco de acción para Belém 4x: duplicar la producción de biocombustibles líquidos sin más hectáreas: productividad, sostenibilidad y asequibilidad», establece como meta principal «el Compromiso de Belém por los Combustibles Sostenibles (‘Belém 4x’), estableció el objetivo global de al menos cuadruplicar la producción y el uso de combustibles sostenibles para 2035. Dicho objetivo se fijó con base en el informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) titulado ‘Delivering Sustainable Fuels – Pathways to 2035’ (AIE 2025)». Según el resumen ejecutivo, esta estrategia busca «duplicar la producción de combustibles sostenibles de Belém 4x, mediante el cual se impulse la cuadruplicación de la producción de combustibles sostenibles para 2035, dadas las limitaciones para ampliar la frontera agrícola».
En el contexto de la COP30, donde se enfatizó la urgencia de transiciones energéticas sostenibles, el marco del IICA resalta la importancia de los biocombustibles líquidos como «los combustibles sostenibles —entre ellos los biocombustibles líquidos, los biogases, el hidrógeno de bajas emisiones y los combustibles derivados del hidrógeno— ofrecen múltiples beneficios para el sector energético. Complementan la electrificación e impulsan la eficiencia en las transiciones energéticas. Además, son particularmente importantes para los sectores que siguen dependiendo de soluciones basadas en combustibles, como la aviación, el transporte marítimo, algunos segmentos del transporte por carretera y la industria. Los combustibles sostenibles, también, desarrollan la seguridad energética, estimulan el desarrollo económico y fortalecen la sostenibilidad ambiental (AIE 2025)». El documento advierte que, para lograr esta meta, es esencial «cerrar la brecha de productividad en los cultivos permitiría incrementar la producción actual de bio combustibles, sin necesidad de ampliar la frontera agropecuaria. Esto supone, no solo que se podría plantar en la declaración Belém 4x, sino que se podría producir un 72% adicional, el 34% podría proceder de aceites, mientras que el 66% restante de alcoholes derivados de cultivos ricos en azúcares y almidones».
El informe ilustra el «uso de combustibles líquidos y gaseosos sostenibles en el sector del transporte, por modalidad de transporte y por tipo de combustible, según escenario acelerado de la AIE (2024-2035)», mostrando un crecimiento significativo en sectores como el transporte por carretera, aviación y marítimo, con un énfasis en biocombustibles como bioetanol y biodiesel. Complementariamente, detalla la «evolución necesaria del consumo de biocombustibles líquidos de acuerdo con el escenario acelerado de la AIE en línea con Belém 4x, frente a la ampliación de la oferta de biocombustibles mediante el cierre de las brechas productivas en los principales seis cultivos (maíz, caña de azúcar, trigo, soja, palma y colza)», proyectando un salto para 2035 mediante mejoras en productividad agrícola.
El marco también aborda los coproductos derivados de la producción de biocombustibles que incluye «proteína de maíz (granos destilados secos) , proteína de soja (harinas proteicas), proteína de trigo (granos destilados secos), proteína de colza (torta proteica), electricidad renovable». Estos coproductos, según el texto, «son esenciales para el uso de materiales primas, ya que son fundamentales en criterios de sostenibilidad de base científica». El documento subraya que «cerrar las brechas de rendimiento agrícola en los seis cultivos clave (maíz, caña de azúcar, trigo, soja, palma y colza) permitiría cuadruplicar la producción de combustibles sostenibles líquidos, no hace falta abrir nuevas fronteras agrícolas. Cerrar las brechas de rendimiento en cultivos sostenibles, económicos y abundantes, como el maíz, el trigo, la caña de azúcar, la soja, la colza y la palma, ofrece la vía más rápida, escalable y costo-efectividad para cumplir ambas metas».
Para lograr estos objetivos, el IICA propone recomendaciones políticas como «promover la mejora de la productividad en los sistemas agrícolas para ampliar la disponibilidad de materia prima abundante, económica y sostenible que permita duplicar la producción de biocombustibles; considerar que las materias primas para los biocombustibles producen de forma asociada alimentos, fibras y energías; avanzar en esquemas de sostenibilidad únicos o en el reconocimiento mutuo de su certificación; impulsar criterios de neutralidad en el uso de materias primas, ya que son esenciales para el desarrollo de mercados fundamentales en criterios de sostenibilidad demostrables y de base científica». En alineación con los debates de la COP30 sobre justicia climática y transición energética, el marco concluye que «los combustibles sostenibles son una alternativa clave y sostenible en la oferta de biocombustibles líquidos. La agricultura, como recurso ambiental, económico y social, puede ser la solución para producir alimentos sin generar presión sobre los ecosistemas».
Esta iniciativa, presentada durante la cumbre climática, posiciona a la agricultura hemisférica como un pilar en la lucha contra el cambio climático, promoviendo una transición energética inclusiva y sostenible sin comprometer la seguridad alimentaria.

