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¿La comida para mascotas causa contaminación ambiental?

La idea de que las mascotas son miembros de la familia ya es una realidad indiscutible. Los datos muestran que los dueños incorporan cada vez más alimentos para sus animales que imitan sus propias dietas. Sin embargo, la creciente demanda de productos refrigerados, “frescos” o incluso “aptos para consumo humano” puede implicar costos que van más allá del presupuesto doméstico.

Una de las decisiones con mayor impacto climático consiste, precisamente, en tener una mascota. La razón es similar a la del impacto humano: las mascotas comen todos los días y, en la mayoría de los casos, consumen carne. La producción de carne conlleva un impacto ambiental derivado del uso de tierras, la alimentación del ganado, la gestión de desechos y otros factores.

“Allí radica el principal impacto: hay que alimentarlas”, señala Allison Reser, directora de sostenibilidad e innovación en la Pet Sustainability Coalition.

Al igual que en las personas, el impacto ambiental de una mascota varía considerablemente según su dieta. El marketing de alimentos “premium” sugiere que ofrecen mayores beneficios para la salud; sin embargo, según Alison Manchester, profesora asistente de ciencias clínicas en el Colegio de Medicina Veterinaria de la Universidad de Cornell, hay escasas pruebas de que los alimentos refrigerados, frescos o aptos para consumo humano generen mejores resultados de salud

¿Carne o croquetas para reducir el impacto ambiental?

Manchester indica que tanto el alimento seco en croquetas como el alimento húmedo pueden proporcionar dietas perfectamente equilibradas. Además, a menudo utilizan partes de animales poco apetecibles para el consumo humano, que de otro modo se desperdiciarían.

Billy Nicholles, investigador de alimentos para mascotas en Bryant Research, observa que la tendencia a emplear carne apta para consumo humano incrementa el impacto climático, ya que las mascotas dejan de consumir únicamente subproductos que no tendrían otro destino. “No se pueden descartar estos impactos afirmando que se trata solo de recortes sin relevancia ambiental”, advierte.

En Estados Unidos, la alimentación de perros y gatos representa más de una cuarta parte del impacto ambiental asociado al consumo de carne. Según un estudio de la UCLA, la contaminación generada por la carne que consumen equivale a la que producirían 13.6 millones de automóviles en un año.

Un problema común —y fácil de revertir— consiste en la sobrealimentación de mascotas con sobrepeso. “La sobrealimentación no solo afecta la salud del animal”, explica Nicholles, “también incrementa el impacto ambiental”. 

El American Kennel Club indica que la dieta constituye el principal factor contribuyente al exceso de peso, por lo que la solución depende, fundamentalmente, de garantizar que el animal consuma la cantidad adecuada de calorías, incluidas las provenientes de golosinas.

De acuerdo con la Asociación de Funcionarios de Control de Alimentos para Animales de Estados Unidos, la proteína debe representar aproximadamente el 18 % de la dieta de un perro adulto y cerca del 26 % en el caso de un gato adulto. 

Manchester señala que los perros pueden mantenerse saludables con una dieta vegana, ya que es posible proporcionarles cantidades suficientes de proteínas y un balance adecuado sin recurrir a la carne.

Los gatos, en cambio, dependen más de los productos de origen animal. Manchester afirma que no existe un alimento vegano comercial para gatos que sea nutricionalmente equilibrado, por lo que reducir su impacto implica elegir proteínas con menor huella ambiental siempre que sea posible. La carne de res es la más contaminante; el pollo y el pescado generan un impacto menor, mientras que las alternativas vegetales son las menos contaminantes.

Especialistas recomiendan las croquetas

La especialista también recomienda adquirir alimentos diseñados específicamente para mascotas, en lugar de preparar comida casera o alimentarlas con sobras, debido al amplio margen de error en la formulación de nutrientes. Un desequilibrio puede derivar en deficiencias nutricionales, enfermedades óseas, problemas cardíacos y otras afecciones.

Para quienes deseen evitar alimentos “aptos para consumo humano”, Reser sugiere revisar las etiquetas y evitar ingredientes presentados como apetecibles para humanos, como “pechuga de pollo de alta calidad”. En su lugar, ingredientes como vísceras o proteínas derivadas de insectos indican el uso de subproductos o fuentes más sostenibles. 

Las empresas centradas en la sostenibilidad suelen incluir certificaciones como carbono neutral, agricultura regenerativa o acreditación B Corp.