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Aprender cultivando: una experiencia educativa que florece en la huerta

En Villa El Chocón, el trabajo con la tierra se volvió una experiencia de aprendizaje compartido. La huerta comunitaria de la localidad, ubicada a unos cinco kilómetros del casco histórico, se transformó en un espacio donde los y las estudiantes del CPEM N° 9 descubren el valor de los alimentos y la importancia de los saberes locales.

Todo comenzó hace dos años, cuando el equipo docente del área de Ciencias Naturales decidió ampliar las propuestas del aula hacia prácticas concretas relacionadas con el ambiente y la soberanía alimentaria. Desde entonces, la huerta se convirtió en una extensión viva de la escuela: un lugar donde la teoría se mezcla con la tierra y donde cada visita abre nuevas preguntas.

La idea es que empiecen a participar en acciones que tienen que ver con la soberanía alimentaria; al visitar la huerta están mano a mano con gente de la comunidad que ya conocen, intercambian semillas y plantas, conocimientos y estrategias”, explica la docente de Economía María Eugenia Gazzera, una de las impulsoras del proyecto que se dio a partir de la a raíz de la implementación del diseño curricular.

Esa interacción entre generaciones, disciplinas y experiencias permitió construir un aprendizaje colectivo. Los grupos de primero a quinto año participan de actividades coordinadas entre distintas materias: desde Geografía, analizan las condiciones del suelo y el clima que permiten ciertos cultivos; en Historia, revisan los orígenes de la agricultura y los cambios en las prácticas alimentarias; en Economía, reflexionan sobre la producción industrial y el control del mercado por parte de grandes corporaciones.

“Cuando te querés acordar, de una cosita como ir a la huerta se desprenden un montón de temas que se relacionan; pasamos por varias áreas y está muy bueno porque ahondamos en esas cuestiones”, resume Gazzera, sintetizando el espíritu del trabajo interdisciplinario que caracteriza al proyecto.

El acompañamiento de los docentes de Educación Física aporta una dimensión corporal y territorial: organizan caminatas hasta el lugar, integrando la actividad física con la exploración del entorno natural. Así, el trayecto también se vuelve parte del aprendizaje, una manera de habitar el territorio desde la experiencia directa.

Hoy, más de 250 estudiantes del CPEM N° 9 participan de la propuesta, que se consolida como una práctica sostenida dentro de la institución. Para los docentes, este tipo de experiencias refuerza el sentido de pertenencia y el compromiso con la comunidad. Además, promueve la comprensión de los ciclos productivos, la valoración de los alimentos locales y la importancia de la producción sustentable para las economías familiares.

En cada encuentro con la huerta, los jóvenes aprenden no solo a sembrar y cosechar, sino también a pensar en los vínculos entre conocimiento, territorio y comunidad. La tierra, el intercambio y la reflexión se convierten así en semillas de una educación que cultiva conciencia, identidad y futuro.

Aprender cultivando: una experiencia educativa que florece en la huerta