¿Cómo la innovación puede ayudar a alimentar el futuro?
La emergencia climática es una realidad que ya estamos enfrentando. Sequías e inundaciones afectan la producción de alimentos y limitan el acceso a los suministros para la población mundial. A esto se suma otro gran desafío: para 2050, se proyecta que habrá más de 9 mil millones de personas en el mundo[1], lo que exige repensar cómo producimos, distribuimos y consumimos los alimentos.
Ante este panorama, la tecnología y la innovación juegan un rol clave. Hoy, existen soluciones que optimizan los procesos y la logística alimentaria, reducen el desperdicio —que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), actualmente equivale al 20% de la producción destinada al consumo humano— y permiten responder a los hábitos de consumo cada vez más diversos y cambiantes.
Con este crecimiento, garantizar el acceso a alimentos nutritivos y sostenibles se ha convertido en un desafío prioritario. Ante esta situación, surge una pregunta clave: ¿cómo la tecnología en la industria de alimentos puede ayudarnos a enfrentar este panorama?
Un aspecto fundamental en este desafío es el envasado de alimentos. Contar con envases que garanticen la inocuidad de los productos, prolonguen su vida útil y reduzcan el desperdicio es esencial para que los alimentos lleguen de manera segura a más personas, incluso en zonas remotas, de forma eficiente y sostenible. Un ejemplo es la tecnología de envasado aséptico, que permite conservar alimentos sin necesidad de refrigeración, reduciendo la pérdida de productos y optimizando la cadena de suministro.
Sin embargo, debemos ir más allá. La industria tiene la responsabilidad de invertir en investigación e innovación para desarrollar soluciones de envasado aún más sostenibles, adaptadas a las necesidades del planeta y de las futuras generaciones. Esto implica el desarrollo de envases con un mayor porcentaje de material renovable o reciclado, sin comprometer su función principal: proteger el producto en su interior. Para lograrlo, es clave la colaboración entre el sector privado, el mundo académico y el sector público, fomentando un sistema alimentario resiliente y seguro.
El futuro de la alimentación depende de las decisiones que tomemos hoy. La innovación no es una opción, sino una necesidad para garantizar que cada persona tenga acceso a alimentos seguros y sostenibles en las próximas décadas.