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Pesca de arrastre: Argentina está entre los países que más destruyen el fondo del mar

Bajo la superficie del Atlántico Sur ocurre una devastación invisible. Grandes barcos despliegan redes de arrastre que pesan toneladas y barren el fondo del océano como topadoras submarinas. Todo lo que encuentran —peces, corales, esponjas, huevos, crustáceos— es atrapado o destruido. Detrás, el paisaje queda vacío, un desierto que tarda décadas, a veces siglos, en recomponerse.

La pesca de arrastre transforma ecosistemas en desiertos submarinos y Argentina es uno de los países que más utilizan esta técnica destructiva, encabezando el ranking en América Latina. En Buenos Aires, un encuentro en el MAMBA reunió a científicos, ambientalistas y ciudadanos para poner el tema sobre la mesa.

La plataforma patagónica, uno de los ecosistemas más productivos del Atlántico Sur, concentra buena parte de la presión. En esa inmensa región marina se multiplican las amenazas para delfines y otros mamíferos, al tiempo que se degradan hábitats esenciales para la reproducción de peces comerciales.

Tres impactos destructivos que se suman

La pesca de arrastre combina tres daños que la hacen única en su nivel de destructividad:

–        Sobrepesca: la extracción supera el ritmo de recuperación natural de las poblaciones.

–     Captura incidental (bycatch) : caen en las redes especies que no eran el objetivo, muchas de ellas amenazadas.

–  Destrucción del hábitat: los ecosistemas bentónicos —fondos marinos de gran diversidad— son arrasados como si fueran campos arados.

Pese a que las imágenes de esta devastación casi no existen, los indicadores internacionales y las investigaciones científicas lo confirman: el Atlántico Sur se encuentra bajo un estrés creciente que amenaza su capacidad de sostener la vida.

Una amenaza invisible

Mientras los bosques talados o los glaciares que retroceden tienen un correlato visual que alerta, el arrastre avanza sin testigos. “Bajo el agua, sin cámaras que lo expongan, se erosiona un patrimonio natural de escala planetaria”, remarcó Juan Coustet, parte de la coordinación de Sin Azul No Hay Verde.

“A esto – continuó – se suma la incertidumbre de los registros oficiales: capturas incompletas, especies mal identificadas, datos ausentes. Un vacío que impide construir políticas pesqueras transparentes y efectivas”.

Un debate que empieza a abrirse

El pasado 11 de septiembre, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) fue escenario de un importante evento: alrededor de 250 personas —entre científicos, referentes de ONGs, artistas y público general— se reunieron para hablar de la pesca de arrastre y sus consecuencias.

El encuentro, que combinó la proyección del documental Ocean (narrado por David Attemborough) con paneles de debate, marcó un punto de partida: sacar a la luz un tema del que casi no se habla en la agenda pública. La intención de los organizadores fue clara: generar un espacio de diálogo más amplio entre la sociedad civil, las organizaciones ambientales y la comunidad científica para avanzar hacia políticas que protejan el mar.

“El evento contó con la participación de muchísima gente, fue un éxito. Y creo que es sumamente importante porque a través de estos espacios logramos llevar el mar a la ciudad y concientizar que sin un océano saludable es imposible la vida”, sintetizó uno de los disertantes, Milko Schvartzman, especialista en pesca ilegal. 

Por su parte, Andrea Michelson, bióloga y consultora en Conservación de la Naturaleza quien también participó del panel de debate, sostuvo que “el evento me pareció muy interesante, porque es muy importante acercar a la gente la importancia de proteger el océano”.

En la misma línea, la profesional remarcó que “es muy necesario mostrar los riesgos y los impactos que sufre el mar y la necesidad de que haya actividades como pesca responsable para que tengamos un océano saludable”.

Visibilizar

La devastación que ocurre bajo el agua ya no es un secreto técnico reservado a especialistas. Con cada red que barre el fondo, se erosiona un ecosistema que pertenece a todos. Y el primer paso para revertir este grave problema es empezar a ponerlo sobre la mesa. Conocer, entender y proteger.

Sobre Sin Azul No Hay Verde

Sin Azul No Hay Verde es una fundación nacida en 2017 con el objetivo de proteger el Mar Argentino. A través de investigación, campañas de comunicación y alianzas logró avances históricos, como la declaración de Península Mitre como Área Natural Protegida. 

Actualmente trabaja para visibilizar los impactos de la pesca de arrastre y mejorar la transparencia de la industria en nuestro país. 

Su misión es resguardar la biodiversidad marina y construir un vínculo posible entre las personas y la naturaleza. Con ese horizonte, impulsa iniciativas que unen la defensa del azul del mar con la esperanza del verde en la tierra.