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Cómo la contaminación del aire afecta el envejecimiento saludable

El cambio climático ya no es únicamente una preocupación ambiental; también afecta los sistemas de salud, la resiliencia económica y la estabilidad demográfica a nivel global.

Se proyecta que las temperaturas globales aumenten más de 2,5 °C por encima de los niveles preindustriales para el año 2100, según la trayectoria “de término medio” del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Esta ruta ya se está manifestando a través de eventos climáticos cada vez más frecuentes e intensos, como incendios forestales, olas de calor, sequías prolongadas y una degradación generalizada de la calidad del aire en todo el mundo.

Aunque el cambio climático suele considerarse la principal consecuencia ambiental de la industrialización, la contaminación del aire —especialmente proveniente de la energía, el transporte y el desarrollo urbano— es una amenaza igualmente generalizada y sistémica.

La contaminación del aire incluye partículas finas (PM2,5) y ozono a nivel del suelo —un contaminante secundario creado cuando la luz solar reacciona con contaminantes primarios como las emisiones de vehículos e industrias. Es tanto un factor de estrés crónico para la salud humana como un acelerador de la vulnerabilidad climática. Sus impactos son especialmente notorios entre los adultos mayores, que enfrentan mayores riesgos para la salud debido a cambios relacionados con la edad y mayores tasas de condiciones preexistentes.

En muchas regiones que se urbanizan e industrializan rápidamente, la convergencia de poblaciones urbanas densas, niveles crecientes de contaminación y una población que envejece está amplificando los riesgos para la salud y las desigualdades socioeconómicas. El efecto compuesto resultante aún no ha sido plenamente abordado en las políticas actuales de clima, trabajo o salud.

Cómo la contaminación del aire afecta a la India

India alberga 140 de las 200 ciudades más contaminadas del mundo, y con casi el 12 % de su población con 60 años o más (una cifra que se espera alcance el 19 % para 2050), el país se encuentra en la intersección de una crisis de contaminación y una transición demográfica. Esto tiene profundas implicancias para los sistemas de salud, la productividad laboral y la sostenibilidad económica, especialmente porque la economía creciente de India depende cada vez más de los trabajadores mayores.

La contaminación del aire aumenta la demanda de servicios de atención crónica, tensionando de manera desproporcionada los sistemas públicos de salud en los estados más pobres del país. Una mayor morbilidad en la población de más de 50 años puede llevar a reclamos anticipados de pensiones y al aumento del gasto público en el cuidado de personas mayores. La creciente necesidad de manejo de enfermedades no transmisibles en poblaciones envejecidas ya supera la capacidad actual.

Un estudio de Lancet de 2019 estima que 1,7 millones de muertes prematuras en India estuvieron vinculadas a la contaminación del aire ese año, con una proporción significativa de adultos mayores de 50 años. La exposición continua a la contaminación del aire incrementa el riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, enfermedad cardíaca isquémica y accidente cerebrovascular, todas condiciones que ya afectan desproporcionadamente a los adultos mayores. La inflamación relacionada con la contaminación también agrava trastornos cognitivos, incluida la demencia de inicio temprano.

Mapas de India, codificados por colores para mostrar los impactos sanitarios y económicos de la contaminación del aire.

Pérdidas económicas por muertes prematuras y morbilidad atribuibles a la contaminación del aire en los estados de India, 2019Image: Impacto sanitario y económico de la contaminación del aire en los estados de India: Estudio Global de la Carga de Enfermedad 2019, The Lancet.

Estos impactos en la salud se traducen directamente en consecuencias económicas. Los trabajadores mayores, especialmente aquellos en empleos informales y al aire libre como la agricultura, la construcción y la venta ambulante, enfrentan una menor resistencia física, mayor ausentismo y salidas anticipadas del mercado laboral debido a enfermedades vinculadas a la contaminación.

La exposición a la contaminación también puede reducir las horas efectivas de trabajo hasta en un 15 % en regiones con alta contaminación. Esta reducción afecta los ingresos familiares y los sistemas de apoyo intergeneracionales, disminuyendo la proporción de trabajadores productivos respecto a los dependientes y aumentando potencialmente la dependencia del apoyo estatal, a la vez que debilita las redes informales de seguridad. Esto podría reducir finalmente la productividad nacional.

Abordar la contaminación del aire

Abordar estos problemas requerirá estrategias integradas que alineen los riesgos ambientales con las políticas laborales, de salud y de protección social.

Tras la segunda Conferencia Global sobre Contaminación del Aire y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo de 2025, los países se comprometieron a destinar nuevos fondos para reducir la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero, además de fortalecer los estándares de calidad del aire conforme a las directrices de la OMS. Y en la 78ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en mayo siguiente, los gobiernos respaldaron la hoja de ruta actualizada de la OMS, que apunta a una reducción del 50 % en las muertes prematuras por contaminación del aire antropogénica para 2040.

Este compromiso global sienta las bases para respuestas nacionales más coherentes en tres áreas:

1. Política laboral

Los adultos mayores que trabajan en ocupaciones con alta exposición —como transporte, venta ambulante y construcción— enfrentan un riesgo elevado debido a contaminantes como las partículas PM2,5 y el ozono. Por ello, los gobiernos deberían establecer directrices ajustadas a los niveles de exposición y adoptar horarios laborales flexibles vinculados a índices de calidad del aire en tiempo real. La instalación de sistemas de purificación en oficinas y pequeñas empresas que emplean a adultos mayores podría reducir la exposición crónica. Estas acciones deberían estar alineadas con la resolución de la OMS y sus herramientas de apoyo, como AirQ+ y Climate Change Mitigation, Air Quality and Health (CLIMAQ-H), que cuantifican los beneficios en salud y economía derivados de las mejoras en la calidad del aire.

2. Sistemas públicos de salud

Un cambio hacia un modelo preventivo y sensible a la edad en la atención médica es crucial. Los controles rutinarios respiratorios y cardiovasculares deberían enfocarse en adultos mayores de 50 años que viven en áreas de alto riesgo. Las redes de atención primaria, como los Centros Ayushman Bharat en India, podrían utilizarse como canales de entrega. Las alianzas con actores del sector privado, como fabricantes, distribuidores y minoristas, podrían ayudar a ampliar el acceso a equipos de protección de alta calidad, incluyendo mascarillas N95 y sistemas de filtración de aire para el hogar, especialmente en regiones propensas a la contaminación. Esto contribuiría a reducir la exposición individual a contaminantes atmosféricos dañinos como PM2,5 y ozono, particularmente entre los adultos mayores y personas con condiciones crónicas de salud.

3. Sistemas de protección social

Las reformas en esta área deben reflejar los riesgos a largo plazo de la exposición a la contaminación. Esto incluye la introducción de complementos en los seguros de salud para enfermedades crónicas vinculadas a la contaminación, con subsidios focalizados a nivel municipal o estatal. Los sistemas de pensiones en zonas de alto riesgo podrían incorporar bonificaciones o incentivos ligados a la calidad del aire para los adultos mayores que posterguen su jubilación o cambien a trabajos más seguros. Estas adaptaciones abordarían los problemas ambientales al tiempo que promueven políticas de envejecimiento equitativas y fiscalmente responsables.

Proteger la economía de la longevidad

En una economía de longevidad, las personas viven vidas largas, saludables y financieramente resilientes gracias a sistemas robustos de pensiones, jubilación, beneficios sociales y atención médica. Pero las poblaciones que envejecen en el mundo ya no son solo una preocupación demográfica, sino que se están convirtiendo en multiplicadores de vulnerabilidad frente al acelerado cambio climático y la contaminación del aire.

La exposición crónica al aire contaminado deteriora la salud y la capacidad funcional de los adultos mayores, afectando la productividad económica, la sostenibilidad del sistema de salud y la equidad social. Estas consecuencias son especialmente agudas en regiones que se urbanizan rápidamente y en contextos con pocos recursos, pero su relevancia crece en países de todos los niveles de ingresos.

Proteger la economía de longevidad requerirá un cambio hacia una planificación preventiva y basada en riesgos que sostenga el bienestar, la productividad y la equidad —particularmente en países envejecidos y afectados por el clima, como India.