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ONU advierte sobre el costo ambiental del narcotráfico, contaminación, deforestación y residuos tóxicos

Aunque poco visibilizado, el impacto ambiental del narcotráfico es profundo y sostenido. Desde la deforestación causada por el cultivo ilegal de drogas hasta la contaminación por residuos químicos en laboratorios clandestinos, las drogas ilícitas dejan una huella devastadora en ecosistemas locales. El World Drug Report 2025 de la ONU advierte que, si bien este daño no alcanza la magnitud de otras industrias legales, su efecto es grave en comunidades específicas y representa una amenaza creciente para la salud ambiental y humana.

La otra cara del narco, daño ambiental en silencio

El cultivo ilícito de drogas, como la coca, la amapola o el cannabis, provoca daños ambientales significativos a nivel local. La deforestación en zonas selváticas, la erosión del suelo, la acidificación y el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas sin control regulatorio generan efectos acumulativos sobre los ecosistemas. Estas prácticas, muchas veces realizadas en áreas protegidas o remotas, alteran cadenas hídricas, reducen la biodiversidad y dejan territorios áridos e improductivos.

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Pero el mayor peligro ambiental proviene de la fabricación clandestina de drogas sintéticas, especialmente en laboratorios europeos. El proceso de elaboración de sustancias como metanfetamina o MDMA produce grandes volúmenes de residuos químicos altamente contaminantes. Sin sistemas formales de gestión, estos residuos suelen ser arrojados en ríos, bosques o zonas urbanas, generando graves problemas de contaminación del agua, el suelo y el aire.

Medir la huella verde del crimen organizado

A pesar de su gravedad, los impactos ambientales de las drogas ilícitas siguen siendo un tema subestimado. El World Drug Report 2025 subraya la escasez de estudios científicos sistemáticos que cuantifiquen estos efectos, desde la huella de carbono de sustancias específicas hasta los niveles de contaminación de sitios de producción y vertido. Una excepción es el caso del MDMA, cuya producción fue analizada en términos de residuos generados y consumo energético. Sin embargo, este tipo de análisis sigue siendo la excepción y no la norma.