Una chispa verde en el corazón de la industria del vidrio
Cada vez que destapamos una botella de vino, servimos una cerveza o abrimos un frasco de conservas, estamos en contacto con uno de los productos industriales más antiguos y sofisticados del mundo: el vidrio. Su transparencia y resistencia esconden una paradoja incómoda para estos tiempos: aunque es infinitamente reciclable, su fabricación sigue siendo ferozmente dependiente de la energía fósil.
Los hornos que funden arena, caliza y carbonato de sodio para dar vida a millones de botellas funcionan día y noche a más de 1.500 grados Celsius, alimentados casi siempre por hidrocarburos fósiles. En muchas empresas del rubro de bebidas o alimentos, la mayor parte de su huella de carbono proviene del envase de vidrio. Por eso, transformar la forma en que se producen las botellas podría ser clave para descarbonizar toda la cadena.
En ese escenario, una noticia reciente encendió una luz de esperanza —y no cualquier chispa, sino una llama verde. En el Reino Unido, una planta de Ardagh Glass Packaging-Europe (AGP-Europe) logró fabricar más de 4 millones de botellas de vidrio utilizando exclusivamente biocombustibles líquidos, eliminando por completo el uso de gas natural durante una semana de producción continua.
¿Y quién es Ardagh? Nada menos que uno de los gigantes globales del envasado. Con presencia en más de 20 países y una producción de miles de millones de envases al año, el grupo Ardagh es líder mundial en soluciones de vidrio y metal reciclables para marcas de todo el planeta. Su división AGP-Europe abastece a buena parte de la industria europea de alimentos y bebidas, y su experiencia técnica la coloca en una posición privilegiada para liderar innovaciones disruptivas.
La prueba realizada en su planta de Knottingley, con apoyo del gobierno británico y en alianza con otros actores del sector, podría marcar un antes y un después en la lucha por descarbonizar uno de los procesos industriales más intensivos en energía.
El ensayo que encendió una nueva posibilidad
Durante siete días consecutivos, AGP-Europe reemplazó el 100% del gas natural por biocombustibles líquidos en su horno industrial, sin modificar la calidad ni la eficiencia del proceso. El resultado fue contundente: se produjeron 4,1 millones de envases de vidrio y se evitaron 242 toneladas de emisiones de CO2.
“Esta prueba validó que los combustibles líquidos de origen biológico pueden reemplazar eficazmente al gas natural en la producción de envases de vidrio”, afirmó Dean Butler, director de desarrollo comercial del Grupo Ardagh. “Es un avance emocionante que apoya los objetivos de sostenibilidad de toda la industria”.
Una colaboración que pone en marcha la innovación
El ensayo fue financiado con 6 millones de libras esterlinas a través del programa Net Zero Innovation Portfolio del gobierno del Reino Unido. Fue liderado por Glass Futures, un centro global de excelencia en investigación y desarrollo del sector vidriero, y contó con la participación de varias empresas del rubro: Encirc, O-I Glass, Pilkington UK y DSF Refractories & Minerals.
Esta alianza demuestra que las transformaciones profundas requieren esfuerzos compartidos entre gobiernos, empresas y centros de conocimiento.
Por qué las botellas de vidrio sustentables importan más de lo que creés
Aunque suele pasar desapercibido, el envase representa una parte fundamental de la huella ambiental de cualquier bebida o alimento. En muchos casos, hasta el 40% de las emisiones de carbono asociadas a una bebida provienen del vidrio que la contiene.
Por eso, innovaciones como esta no solo benefician a la industria vidriera, sino que tienen un impacto directo sobre todo el ecosistema productivo que depende del vidrio: bebidas, alimentos, farmacéuticos, cosméticos y más.
Rumbo al 2030 con menos carbono
AGP-Europe ya planea seguir explorando tecnologías complementarias para alcanzar sus metas de reducción de CO2 al 2030. Esta experiencia con biocombustibles líquidos demuestra que es posible avanzar en ese camino sin comprometer la calidad ni la escala industrial.
El futuro de las botellas —y quizás de buena parte de la industria— podría estar en combustibles que no vienen del subsuelo, sino del campo.