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COP30: Si no se da el cambio será un suicidio

Estamos en una década llena de cambios como lo estuvo la década pasada y el siglo que nos precede, y no precisamente para mejor. Tenemos diferentes crisis globales y peligrosas para la humanidad, pero quizás la más importante en estos momentos sea la climática que va vinculada a la ambiental y también es la que más se nota en las ciudades por la energética caracterizada por el agotamiento de los combustibles fósiles, sumado a la limitación estructural, técnica y social de las energías renovables para sustituir el gran consumo global de energía.

Pues vivimos el agotamiento de los principales minerales y materiales que están en la base del sistema productivo y alimentario mundial (cobre, litio, cobalto, arena o fosfatos entre los más destacados. Tenemos, aunque no lo vean algunos negacionistas de lo evidente ‘límites de seguridad planetarios’, como por ejemplo la emergencia climática mencionada y también de biodiversidad.

Procesos fundamentales que ponen en riesgo la habitabilidad de los seres humanos y gran parte de las especies existentes y si se le suman la degradación ambiental creciente: la contaminación del aire, contaminación por plásticos, contaminación de todo tipo de las fuentes de agua potable, del suelo y la destrucción de grandes ecosistemas esenciales.

Tenemos que ser conscientes que la humanidad, en el siglo XX, ha consumido diez veces la energía y recursos utilizado durante el milenio anterior, y más que la utilizada en toda la historia de la humanidad.

Tenemos que pensar que las respuestas no son sólo técnicas sino también sociales que, en definitiva, la explosión extractiva, violenta, desigual y consumista iniciada después de la II Guerra Mundial tiene un precio. Son tiempos muy complicados. No digo que se acabe el mundo, no quiero ser profeta de los apocalípticos, hay bastante para todo el mundo si no se quiere todo y se reparte bien, la sociedad debe tomar parte en las decisiones y vivir una vida digna, sencilla, pero ser consciente de las cosas.

La necesidad de pensar utópicamente, construir esperanza y tener que ir al centro del problema pocas veces había sido más urgente y significativa. Cuando hablamos de crisis ambiental y climática nos referimos al conjunto de alteraciones en el clima debidas al aumento de la temperatura media del planeta, provocadas principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero del modelo descontrolado de consumo energético actual.

Ni es el primero ni será el último cambio climático al que hará frente el planeta, lo que está en juego no es la vida en la Tierra, que continuará existiendo y adaptándose a los cambios como lo hace siempre. El problema grave es si nosotros la raza humana seremos capaces de disminuir este desastre provocado por nosotros y de adaptarnos.

La verdad es que cualquiera que siga la deprimente Cumbre por el clima de Belém en Brasil se da cuenta de que la sociedad civil debe presionar a sus gobernantes con todas sus fuerzas para que de una vez por todas se tomen compromisos serios y reales. Lo demás es un suicidio futuro orquestado por la irresponsabilidad de una élite económica y política nefasta.