Impacto ambiental y alternativas sostenibles: La quema de caña de azúcar en Tucumán bajo la lupa científica
Un estudio liderado por la biotecnóloga Lucrecia Ludueña, graduada de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT – foto inferior -), puso en evidencia los perjuicios que la quema de residuos agrícolas de la cosecha de caña de azúcar (RAC) genera en los suelos tucumanos. Bajo la dirección de la doctora en Ciencias Biológicas Laura Tórtora, docente de la UNT, la investigación se llevó a cabo durante más de diez años en parcelas experimentales de Simoca, evaluando diferentes estrategias de manejo de residuos agrícolas. Los resultados son claros: la quema no solo daña el ambiente, sino que también compromete la fertilidad del suelo al reducir las poblaciones de microorganismos benéficos y alterar procesos enzimáticos esenciales para el reciclaje de nutrientes y la formación de materia orgánica.
“Conocer cómo responde el suelo a las distintas prácticas agrícolas mediante indicadores biológicos nos permite tomar decisiones fundamentadas para mejorar la sostenibilidad del cultivo”, afirmó Ludueña. La investigadora destacó la necesidad de transferir estos conocimientos a los productores y de complementar los estudios biológicos con análisis físicos y químicos, así como de contar con el equipamiento y financiamiento adecuados para implementar prácticas sostenibles en el campo.
El trabajo, enmarcado en el subprograma Agronomía de la Caña de Azúcar de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), contó con la coordinación del ingeniero agrónomo Javier Tonatto y la participación de los licenciados en Biotecnología Leandro Hidalgo y María Núñez. La investigación comparó el impacto de la quema de residuos con su conservación como cobertura del suelo, concluyendo que mantener los restos agrícolas favorece la salud del suelo y la productividad a largo plazo, frente a la práctica tradicional de eliminarlos mediante el fuego.
La quema de caña de azúcar, una práctica arraigada durante siglos en Tucumán y otras regiones cañeras, ha sido cuestionada por sus impactos ambientales, productivos y sociales. Según el informe de especialistas de la EEAOC, entre ellos Juan Fernández de Ullivarri, Javier I. Carreras Baldrés y Eduardo R. Romero, “la quema del cañaveral es una práctica centenaria, muy arraigada en los hábitos productivos de este cultivo y no solo en nuestra región, dado que se ha venido practicando en distintas geografías en las que la caña de azúcar es explotada comercialmente”. Sin embargo, su eliminación se ha convertido en una prioridad debido a la degradación del suelo, la contaminación atmosférica y los riesgos para la salud pública.
En respuesta, se han implementado normativas estrictas. En Tucumán, la Ley Nº 6253 de 1991, actualizada por el Decreto Reglamentario 1955/9 de 2013, prohíbe la quema de caña y rastrojos, considerando estas acciones como infracciones. A nivel nacional, la Ley Nº 26.562 de 2009 establece la prohibición de quemas sin autorización. A pesar de estas regulaciones, “aún persisten año a año en Tucumán grandes superficies afectadas por este problema”, según el informe de la EEAOC. Factores como heladas severas y la escasez hídrica agravan los incendios, que en muchos casos son causados por acciones humanas, ya sean intencionales o accidentales.
Hectáreas quemadas por departamento (EEAOC).
Los datos reflejan una reducción gradual de las quemas, pero con fluctuaciones. En 2009, el 68% de los campos cañeros se quemaron, mientras que en 2015 la cifra bajó al 11%. Sin embargo, en 2020, un año con condiciones climáticas adversas, se quemaron 111.250 hectáreas, el 40% de la superficie cañera. En 2021, la superficie afectada disminuyó a 68.800 hectáreas (25%), mostrando avances, pero el problema persiste, especialmente entre pequeños productores sin acceso a cosechadoras integrales.
Para contrarrestar esta práctica, en 2014 se implementó la certificación “Caña de azúcar sin uso del fuego” en Tucumán, gestionada por la EEAOC y avalada por GlobalG.A.P. Esta iniciativa, surgida en la Mesa de Gestión Ambiental de Tucumán, permite a los productores demostrar su compromiso con la sostenibilidad. La superficie certificada ha crecido, y en 2021 se registró uno de los porcentajes más bajos de quemas en años con heladas, lo que indica el impacto positivo de las medidas de concientización, certificación y mejora de maquinaria.
Por otro lado, las autoridades intensifican los controles. La semana pasada, en un operativo en Arcadia, Gastona Norte, la policía aprehendió a responsables de una quema intencional de rastrojos, decomisando maquinaria y vehículos. El comisario Víctor Jiménez señaló: “La quema de rastrojos, cañaverales y pastizales está prohibida y penada por la Ley Provincial vigente -N° 6253-. Además del daño que provoca a la salud, al medio ambiente, a los animales y el riesgo que implica en las rutas provocando accidentes a causa del humo”. La fiscal Mariana Rivadeneira, desde la Unidad Fiscal de Delitos Complejos, explicó que el Ministerio Público Fiscal persigue activamente estos delitos, activando protocolos que incluyen la intervención de bomberos, investigaciones del ECIF y la recopilación de pruebas para determinar la intencionalidad de los incendios.
La combinación de evidencia científica, regulaciones, certificaciones y acciones policiales apunta a la eliminación definitiva de la quema de caña de azúcar, promoviendo prácticas como el manejo de residuos agrícolas para uso energético y la cosecha en verde, que aseguran la sostenibilidad del sector cañero y la protección del medio ambiente en Tucumán.