Un nuevo «bioplástico» irrumpe en los supermercados de Japón
En los supermercados japoneses, donde la estética y la funcionalidad son casi religión, algo invisible cambió. Las bandejas que contienen sushi, tempura o fideos udon ya no están hechas de plástico convencional. Sin que nadie lo note al tacto o a la vista, el petróleo fue reemplazado por biomasa. Y sin embargo, el envase conserva su brillo, su rigidez, su transparencia y su inocuidad. Lo que cambió es su huella de carbono: ahora es 172% menor.
La revolución ocurrió en silencio, pero con alto impacto.
Este salto tecnológico y comercial lleva la firma de INEOS Styrolution, que logró introducir en las góndolas niponas bandejas fabricadas con su nuevo Styrolution® PS 158K BC100, un poliestireno 100% bioatribuido, producido con materia prima renovable bajo estándares de certificación internacional.
Cuando el plástico se vuelve renovable
Hablar de “bioatribuido” es hablar de una transformación profunda que ocurre antes de que el plástico exista. No se trata de bioplásticos degradables ni de materiales compostables con problemas de performance. El concepto es más sofisticado: reemplazar las fuentes fósiles por recursos renovables —como aceites vegetales usados o residuos orgánicos— en la base del proceso químico. El resultado es un plástico molecularmente idéntico al tradicional, pero con una trazabilidad ambiental certificada por sistemas como ISCC Plus, a través de un esquema de balance de masa.
Este método permite que las grandes cadenas productivas —como la petroquímica— migren hacia la sostenibilidad sin necesidad de reinventar por completo su infraestructura. Así, lo “bio” se vuelve posible dentro de lo existente. Y esa es la verdadera potencia de esta tecnología: su escalabilidad.
172% menos emisiones… ¿cómo es posible?
El dato puede sonar contraintuitivo: ¿cómo puede una reducción superar el 100%? El número proviene de un análisis comparativo que considera no solo las emisiones evitadas por usar fuentes renovables, sino también los créditos ambientales generados por subproductos que desplazan procesos más contaminantes. En otras palabras, el nuevo poliestireno no solo emite menos, sino que compensa más.
Esto convierte al Styrolution® PS 158K BC100 en una de las opciones más ambiciosas dentro de los materiales circulares para la industria alimentaria. Y lo más relevante: ya está en uso comercial real, no en fase piloto. Las bandejas están disponibles desde principios de 2025 en una reconocida cadena de retail japonesa, marcando un caso emblemático de colaboración entre productores de materiales y grandes minoristas.
En el sector de los alimentos, innovar no alcanza. También hay que cumplir estrictas regulaciones y demostrar que cada nuevo ingrediente, por más ecológico que sea, no implica ningún riesgo para el consumidor.
En este sentido, el nuevo material cuenta con certificación JCII A —la más exigente de Japón en materia de contacto con alimentos— y cumple las normas internacionales, incluida la Ley de Sanidad Alimentaria japonesa. Además, mantiene las propiedades ópticas, la resistencia al calor y la seguridad química del poliestireno convencional, lo que lo hace ideal para aplicaciones en las que la apariencia y la funcionalidad no pueden negociarse.
Un paso concreto hacia la bioeconomía del packaging
INEOS Styrolution viene apostando fuerte por una estrategia climática integral: cambiar materias primas, reducir consumo energético, aumentar reciclabilidad y fomentar alianzas en toda la cadena de valor. Este lanzamiento forma parte de su hoja de ruta hacia la neutralidad de carbono en 2050.
Pero más allá del roadmap corporativo, lo relevante aquí es lo tangible: una bandeja concreta, en una góndola real, conteniendo comida que alguien compró, comió y descartó… sin saber que había elegido, sin saberlo, una opción con menos impacto ambiental.
Esa es quizás la gran victoria del nuevo plástico: demostrar que la sostenibilidad puede ser invisible para el consumidor, pero decisiva para el planeta.