Crece la demanda y el tamaño de los super yates, también su profundo daño al medioambiente
El mundo de los superyates atraviesa una transformación desconcertante en plena crisis del calentamiento global, pérdida de diversidad y transición hacia energías limpias. Embarcaciones, que alguna vez fueron privilegio de una élite discreta, ahora se han convertido en símbolos globales de poder y éxito. La demanda no solo aumenta, sino que también se orienta hacia modelos cada vez más grandes, sofisticados y personalizados. Extravagantes.
Durante la pandemia, los superyates se consolidaron como refugios móviles para los más ricos. La imposibilidad de viajar en avión o alojarse en hoteles de lujo llevó a muchos multimillonarios a invertir en embarcaciones que les ofrecieran independencia, privacidad y seguridad sanitaria.
El tamaño de los nuevos superyates responde a la búsqueda de experiencias exclusivas. Piscinas, helipuertos, cines y gimnasios forman parte del equipamiento estándar. Los propietarios exigen espacios amplios y comodidades que superan las de cualquier hotel, mientras la tripulación disfruta de condiciones laborales mejores a las de la industria turística convencional.

El impacto ambiental de estos gigantes del mar es profundo y, a veces, irreversible. Las emisiones de dióxido de carbono, la contaminación acústica y lumínica, y el vertido de aguas residuales afectan gravemente a los ecosistemas marinos.
La industria náutica de lujo no se adapta a la conciencia ecológica y la preservación de los habitantes del planeta. Los astilleros exploran motores eléctricos, sistemas híbridos, paneles solares y materiales reciclados, pero la adopción masiva de estas tecnologías avanza con lentitud. Sin sostenibilidad estos lujos ineludiblemente tienen sus días contados. Navegan a contravía de los intereses de la mayoría.
Auge sin freno: el mercado de los superyates
El crecimiento sostenido de la industria de los superyates desafía cualquier pronóstico. En 2023 se construyeron o encargaron más de 1.200 embarcaciones de gran tamaño, un récord. Un aumento del 25% respecto al año anterior. El valor total de ventas superó los 4.900 millones de dólares.
Actualmente se fabrican más de 60 barcos de 76 metros o más de eslora, mientras que los modelos de 46 a 60 metros pasaron de 159 a 175 unidades en un año. Las embarcaciones más pequeñas han perdido protagonismo frente a la tendencia “más es mejor”.
Italia lidera la producción mundial. Sus astilleros, donde la tradición artesanal y la innovación conviven, trabajan en una longitud combinada de 22 kilómetros de barcos. De ahí sale la mitad de los superyates, el resto de Turquía, Países Bajos y Alemania.
Estados Unidos concentra la mayor cantidad de compradores, pero Turquía, Indonesia y México muestran un crecimiento acelerado. Las ventas a clientes rusos han disminuido por las sanciones internacionales, pero nuevas fortunas ocupan el vacío.
Los nuevos propietarios buscan embarcaciones con mayor autonomía y capacidad para largas travesías, capaces de cruzar océanos y operar de forma independiente durante semanas.
La competencia entre astilleros por ofrecer naves más lujosas y personalizadas sube los precios. Uno de 105 metros de eslora puede costar hasta 295 millones de euros. Los modelos más pequeños rondan los 36 millones mientras el mercado de segunda mano también crece.
Símbolo de poder y estatus
El superyate representa la cúspide del éxito económico y social en el siglo XXI. Poseer uno equivale a ingresar a un club exclusivo. El tamaño y la personalización son las credenciales de acceso. El milmillonario Jeff Bezos, Bernard Arnault o la familia real de Dubái han elevado el listón con yates que superan los 500 millones de dólares.
El tamaño de la embarcación es una declaración pública de poder. La competencia por tener el yate más grande, más innovador o más lujoso no tiene límites. La personalización incluye desde cines privados, spas, gimnasios y hasta helipuertos.
La exclusividad es otro factor determinante. Ofrecen un nivel de privacidad y seguridad inalcanzable para otros medios de transporte o alojamiento. Los propietarios pueden navegar por cualquier parte del mundo, lejos de miradas indiscretas y con la posibilidad de controlar cada aspecto de su entorno.
El prestigio social asociado a la posesión de un superyate ha inflamado la cultura de ostentación a través de las redes sociales y los medios que les sirven complacientemente. Publican imágenes de fiestas, celebraciones y reuniones de negocios en alta mar, pero silencian el daño que ocasionan a ballenas y delfines, por solo nombrar dos especies.
La tendencia hacia embarcaciones cada vez más grandes y lujosas, por tanto más destructoras de la naturaleza desde el momento de su construcción y en cada milla que navegue, responde al lujo de la diferenciación, la vanidad. Cada superyate es una obra única, diseñada para reflejar la personalidad y los valores del propietario.
El lujo como motor de crecimiento
La sofisticación ha alcanzado niveles impensados hace cinco años. Los propietarios exigen espacios para el entretenimiento, la relajación y la vida social, con piscinas de borde infinito y los salones panorámicos.

El bienestar y la salud también forman parte de la propuesta de valor. Spas, gimnasios, salas de masajes y áreas de relajación permiten a los propietarios e invitados cuidar su cuerpo y mente mientras navegan y su ruido molesta a las especies marinas. La tecnología de purificación de aire y agua le garantiza un ambiente saludable en todo momento, mientras vierten las agua residuales en alta mar.


Los superyates están equipados para operar durante semanas sin necesidad de reabastecimiento. Sistemas de generación eléctrica, desalinización de agua y almacenamiento de víveres permiten largas travesías por rutas poco exploradas y donde muchas especies se creían a salvo.
Inversión y rentabilidad inesperada
La escasez de oferta y el auge de la demanda han reducido la depreciación, permitiendo que algunos propietarios obtengan beneficios tras una temporada de uso. Ha devenido en una inversión estratégica.
El alquiler de superyates representa otra fuente de ingresos. Muchos propietarios optan por arrendar sus embarcaciones durante las temporadas que no los utilizan. Pueden cobrar más de 500.000 dólares semanales en modelos de gran tamaño. Los propietarios valoran la posibilidad de combinar placer, exclusividad y rentabilidad en un solo activo.


Concentración de riqueza y desigualdad ambiental
El auge de los superyates refleja la creciente concentración de riqueza en manos de la minoría con mayor responsabilidad en la destrucción medioambiental. El 10% más rico del planeta es responsable de la mitad de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, una veces con los jets privados y por largas temporadas con los superyates. Una absoluta carencia de consciencia.
Un solo multimillonario puede emitir en un año tanto carbono como una persona promedio en 1.500 años. El uso intensivo de combustibles fósiles, la generación de residuos y el consumo de recursos naturales agravan la huella ecológica de las embarcaciones, que solo navegan entre el 10% y el 20% del año.
El fenómeno ha generado críticas desde la academia y la sociedad civil. El sociólogo Gregory Salle califica de “ecocidio” el impacto ambiental de los superyates. «Representan una amenaza para el equilibrio ecológico del planeta», asegura.

Impacto ambiental: más allá del carbono
Mientras una minoría disfruta de experiencias exclusivas, las comunidades costeras y los ecosistemas marinos enfrentan los efectos negativos de la contaminación y la sobreexplotación de recursos. Organizaciones ecologistas y movimientos sociales exigen regulaciones más estrictas.
El impacto ambiental de los superyates va mucho más allá de las emisiones de dióxido de carbono. Las aguas residuales, la contaminación acústica y lumínica, y el vertido de microplásticos afectan a los ecosistemas marinos. La falta de regulación internacional efectiva agrava la situación.
Al estar exentos de muchas normas de emisiones de la Organización Marítima Internacional, se dificulta el control de su impacto real. La opacidad en el registro y la operación complica la tarea de las autoridades ambientales.

La contaminación acústica generada por los motores y sistemas auxiliares afecta la vida marina. En especial a mamíferos como ballenas y delfines, que dependen del sonido para orientarse y comunicarse. Además, les alteran los patrones migratorios y de reproducción. Asimismo, la iluminación artificial intensas desorienta tortugas, aves y peces, y genera desequilibrios en los ecosistemas y afecta la biodiversidad .
El vertido de aguas residuales y productos químicos utilizados en la limpieza y mantenimiento de los superyates contribuye a la eutrofización y degradación de los hábitats marinos. La acumulación de nutrientes y contaminantes favorece la proliferación de algas y la pérdida de oxígeno en el agua.
El crecimiento del sector ha incrementado la presión sobre
Los puertos y marinas deben adaptar sus infraestructuras para recibir embarcaciones de gran tamaño. La construcción y expansión de estas instalaciones causa daños adicionales al medioambiente costero y marino.

Innovación tecnológica: ¿camino hacia la sostenibilidad?
La industria náutica de lujo habla de haber iniciado una transición hacia tecnologías más limpias y eficientes. Motores eléctricos y sistemas híbridos que reducen el consumo de combustible,disminuye las emisiones y el ruido. Sin embargo, la mayoría sigue utilizando motores diésel convencionales. Se requiere una mayor consciencia ambiental de propietarios y constructores.

Materiales y diseño ecológico
El diseño ecológico se ha convertido en una prioridad para los astilleros de vanguardia. De la misma manera que la utilización de materiales reciclados, tejidos naturales y resinas ecológicas, que permiten reducir el impacto ambiental de la construcción y el mantenimiento.
Los astilleros líderes invierten en investigación y desarrollo para mejorar la reciclabilidad de los materiales utilizados. La economía circular se presenta como una oportunidad para reducir residuos y generar valor.
El diseño ecológico también abarca la gestión de residuos y el tratamiento de aguas a bordo. Sistemas avanzados de filtrado y reciclaje permiten minimizar el impacto sobre el medio marino y cumplir con las normativas más exigentes en materia ambiental.