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En Fertilizar 2023 se habló de nutrientes para sistemas sustentables a nivel regional

En el último Panel “Nutrientes para sistemas sustentables a nivel regional: ¿Qué hay de nuevo viejo?”, del Simposio FERTILIDAD 2023, que organizó Fertilizar AC, los pasados 10 y 11 de mayo, en Rosario, se presentaron las pautas de manejo de nutrición en cada región productiva de la Argentina.

Del mismo participaron, 6 especialistas entre ellos Nicolás Stahringer (UNNE, Red NEA AAPRESID) como referente de la región NEA, Miriam Barraco (Oeste de Bs As, INTA Gral. Villegas) referente del Oeste y Gabriel Espósito (Sur de Córdoba, UNRC) como referente del centro y sur de Córdoba.

El bloque, moderado por el Ing. Andrés Grasso, responsable de Desarrollo Técnico y Comercial de Recuperar SRL, socio activo de Fertilizar AC., arrancó con la exposición del Ing. Agr. Nicolás I. Stahringer, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste quien dio a conocer los avances en fertilización nitrogenada en maíz en el NEA. Según reveló, estudios realizados en el norte argentino muestran pérdidas de aproximadamente 30% de materia orgánica tras la primera década de agricultura. Esto, sumado al incremento de los rendimientos del cultivo de maíz en los últimos años y el consecuente crecimiento de la demanda de nitrógeno, ha llevado a un aumento de la fertilización nitrogenada.

En general, los suelos analizados se encontraron muy bien provistos de fósforo, pero también hubo lotes con menos de 20 partes por millón.

Además, en estudios realizados durante las campañas 2020/21 y 2021/22 por Stahringer y un equipo de expertos, la respuesta a nitrógeno en maíz fue significativa en sitios con antecesor invernal trigo o barbecho, y el umbral crítico se estableció en un rango de 137 a 157 kilos de nitrógeno por hectárea.

Por su parte, la Ing. Miriam Barraco del INTA Gral. Villegas brindó una charla sobre el manejo de la fertilización en cultivos de granos en la llamada Pampa Arenosa, región que se abarca el noroeste de Buenos Aires, el noreste de La Pampa y los extremos sudeste de Córdoba y sudoeste de Santa Fe. Los suelos son de texturas arenosas a franco arenosas, con moderada capacidad de almacenaje de agua, alta permeabilidad y bajos a medios contenidos de materia orgánica. Allí, la intensificación de la agricultura y la falta de rotaciones con pasturas perennes produjo una caída de los niveles de carbono de los suelos, disminuciones significativas de fósforo, calcio, zinc, y una baja en los valores de pH.

En el caso del fósforo, un relevamiento mostró que el 90% de las muestras se encuentran por debajo de los umbrales en trigo y maíz, y un 60% por debajo de los umbrales para el cultivo de soja, siendo este nutriente junto con el nitrógeno los que más limitan la productividad. Con respecto al azufre, en general los valores son bajos.

Para el trigo, en ausencia de limitantes hídricos, el nitrógeno constituye el principal nutriente limitante. En ambientes de alta productividad, el nitrógeno objetivo (N suelo + N del fertilizante) varía entre 150 y 170 kilos por hectárea para este cultivo en la región, mientras que, en sitios con rendimientos menores, el umbral se encuentra entre los 100 a 120 kilos por hectárea. Dada la escasa probabilidad de lluvias durante el invierno, en esa zona se recomienda la aplicación de nitrógeno en los primeros estadios del cultivo hasta inicio de macollaje.

En maíz temprano, los suelos presentan bajos contenidos de nitrógeno como consecuencia de sus texturas arenosas, las pocas precipitaciones y las bajas temperaturas que se dan durante los meses de barbecho, de mayo a setiembre. En un estudio realizado una década atrás, el umbral se ubicó en 157 kilos de nitrógeno por hectárea, pero según indicó la ingeniera, evaluaciones recientes en sitios con más de 25 años de agricultura continua muestran umbrales superiores.

Respecto del agregado de fósforo en cultivos de la gramínea, hay una eficiencia de uso promedio de 80 kilos de grano por kilo de nutriente aplicado.

“En soja, el nitrógeno es indiscutiblemente un elemento cuyos aportes desde el suelo son insuficientes para la normal producción, sin embargo, su demanda es cubierta eficientemente por inoculación”, dijo la ingeniera. En fósforo, por su parte, se observó una respuesta media de un 6,1%, es decir, 229 kilos más por hectárea. Por la susceptibilidad de la soja a efectos fitotóxicos, en la Pampa Arenosa es recomendable evitar la fertilización en contacto directo con las semillas. “Aconsejamos la aplicación separada de la línea de siembra, entre 2 y 3 centímetros o aplicaciones al voleo anticipadas a la siembra del cultivo”, recomendó Barraco.

Y advirtió que “la deficiencia generalizada de fósforo, con un 25% de los lotes con contenidos menores a 9 partes por millón, alerta sobre la necesidad de incrementar el aporte de este nutriente”.

Asimismo, destacó que el descenso de los valores de pH de los suelos y la disminución de otros nutrientes como calcio, magnesio, boro y zinc en algunos sectores de la región hace necesario intensificar su monitoreo y evaluar su contribución con respecto a aplicaciones de base con nitrógeno, fósforo y azufre.

Del panel también participó Gabriel Espósito, de la Universidad de Río Cuarto, quien describió la situación de los nutrientes apuntando a sistemas sustentables en el sur de Córdoba, donde se está dando “un creciente deterioro de la fertilidad física, química y biológica afectando la productividad de los cultivos”. Citó concretamente deficiencia fósforo y más recientemente de calcio (Ca) y magnesio (Mg), con la consecuente disminución del pH; también están apareciendo respuesta a la incorporación de los micronutrientes zinc y boro. Además, advirtió que en la zona se detectaron algunas deficiencias de potasio (K), debido a la “severa compactación del suelo” que hace que las raíces de la planta tengan dificultad “en interceptar capas de suelo con K suficiente”.

Así, para mejorar la sustentabilidad del manejo nutricional de los cultivos del sur cordobés, Espósito recomendó volver al “triángulo de la fertilidad del suelo en sus características físicas, químicas y biológicas del suelo”.

Espósito describió que en algunos sistemas de producción hubo buenos resultados tras el empleo de bioestimulantes, fertilizantes biológicos y el uso de ácidos fúlvicos y aminoácidos vegetales sobre la absorción de nutrientes, sobre el crecimiento vegetal (aéreo y radical) y, finalmente, sobre el rendimiento de los cultivos. “Esta situación exige un mayor esfuerzo en la experimentación de la fertilidad biológica de los suelos para establecer criterios de remediación”, concluyó.

Esta fue la 16ª edición del clásico evento que organiza Fertilizar AC realiza cada dos años y que reunió a 1.300 participantes presenciales y 1.000 en la transmisión virtual.